¿Por qué cuesta tanto trabajo?
Por: Éricka González Núñez
Hay mucha información en redes sociales, en Internet, en un sinfín de fuentes virtuales sobre cómo vender: técnicas, referencias, etc. Pero, aún así, puede ser que como vendedor sigas pesando que no es suficiente.
¿De dónde viene ese sentimiento?
En cualquier curso de emprendimiento, desarrollo de negocios o de ventas vamos a encontrarnos con que la persona que facilita pregunte: ¿Te gustan las ventas? Y la mayoría contesta que no.
Podríamos pensar que no tiene sentido, pero tiene una base psicológica perfectamente definida: El temor al rechazo. ¿De dónde viene? Fácil: de nuestra infancia. Si tuviste una infancia con una crianza dura contra el fracaso, tienes bien aprendido que fracasar es malo. Es normal que la lógica de tu pensamiento te tache de persona fracasada, mala o apestada cada vez que tienes un fracaso. Pero no seamos tan duros con los padres, pues ya estamos grandes para hacernos cargo de nuestros propios sentimientos y pensamientos. Y , como decía el comercial: se dice fácil, pero se requiere de un gran esfuerzo.
Si tú sientes que puedes ir por la vida siendo rechazado y, literalmente no te pasa nada, (como el perrito chihuahua de la nueva película del Gato con Botas) entonces las técnicas de prospección y cierre son lo único que necesitas. Con ello, podrás mejorar la rentabilidad de tu tiempo y tendrás más ventas con la misma inversión de tiempo.
En cambio, si tu problema está en el temor al rechazo, es problema que se arregla de diferente manera. Quizá no te encante saberlo, pero la única persona que te detiene eres tú: la respuesta está en echarte un clavado a tus paradigmas y cambiar algunos de ellos para mejorar tu perspectiva de ti mismo. Si lo haces, descubrirás lo siguiente:
- Las personas no te rechazan a ti, sino a lo que representas en su universo. Esto significa que incluso siendo la persona más adorable del planeta, si no representas una solución para tu prospecto, simplemente te dejará de lado. Pero no tiene nada de personal (no nos creamos el ombligo del mundo). Es como cuando vas al tianguis a comprar verduras y seleccionas un jitomate y no otro. Es cuestión de verlo con objetividad y te preguntes cómo puedes lograr que el cliente quiera tu jitomate y no el de los demás, o, mejor aún, cómo hacer que a tu cliente se le antoje una deliciosa ensalada o sopa de jitomate. Es importante que en cada caso aceptes que tu prospecto puede libremente, un día a la vez, querer o no lo que vendes, no queramos apropiarnos de su mente y de sus gustos.
- Las personas entienden tu lenguaje no verbal y sincronizan con lo que piensas de ti mismo. Si vas con la idea de que "ya valió", efectivamente, ya valió. ¿Es cuestión de cambiar tu pensamiento Y YA? SÍ, exactamente, esa es la respuesta. La clave está en que de verdad te lo creas. Hay un indicador para que sepas qué debes cambiar. Observa y responde: ¿Cuando ves a alguien feliz, teniendo éxito en sus ventas, conectando con la gente como un surfista experto donde sabes que a ti te falla, piensas que "se cree mucho"?... Si respondiste que sí: CUIDADO. Puede ser un indicio de que te estás menospreciando y tu mente lo disfraza de envidia para que sigas alimentando al monstruo de tu ego (que, dicho sea de paso, no quiere ser descubierto ni incomodado). ¿Qué podemos hacer al respecto? Aquí te tenemos algunas claves:
- Haz un inventario de tus fortalezas. Si no las hallas, busca amigos sinceros o familiares que sabes que te aprecian y pídeles que te digan cuáles son tus fortalezas y tus virtudes, y escríbelas.
- Haz planas mentales de tus fortalezas. Puede que al principio te sientas un monumento a la ridiculez haciendo esto, pero...¿alguna vez te ha pasado que hay canciones que odias que terminas tarareando y luego hasta se convierten en tus gustos culposos? Más o menos así funciona la programación neurolingüística: repites hasta que tu cerebro se lo crea. No tienes que hacer nada, tu cerebro está programado para ello. Así que, identifica tus conversaciones internas y cancela las palabras que te dices que te dañan. Si tú no te echas porras, ¡¿quién?!
- Perdona. Así es: incorporar el perdón como hábito en tu vida te va a desinflar el dolor de vender y comenzarás a disfrutarlo plenamente. Perdona a tu cliente por ser imperfecto y no darse cuenta de que contigo está mejor; perdónate tú por castigarte desde hace tanto, por equivocarte... si perdonas tu imperfección, perdonarás la de todos y apreciarás el aprendizaje. OJO: No quiere decir que te vuelvas conformista, y simplemente aceptes tus limitaciones, quiere decir que aprendas en el amor (primeramente a ti mismo), que cada vez que pierdas, no pierdas la lección y sigas adelante porque a eso venimos a este mundo: A VIVIR.
Si quieres hacer una consulta específica del tema, sólo da clic aquí y con mucho gusto te atiendo. ¡Felices ventas!