El lenguaje de palabras, es decir, tanto el verbal como el escrito, es una de las herramientas más poderosas y distintivas del ser humano. Desde el momento en que nacemos, comenzamos a desarrollar nuestra capacidad para comunicarnos. Este proceso no solo define nuestras relaciones personales y sociales, sino que también desempeña un papel crucial en nuestro desempeño profesional. En este artículo exploraremos cómo evolucionan nuestras habilidades lingüísticas a lo largo de la vida y cómo estas impactan en el trabajo.
Lenguaje implica pensamiento y viceversa
Desde los primeros días de vida, empezamos a reconocer sonidos y patrones del habla que nos rodea; las primeras ideas se forman en nuestra mente gracias a esto. Jean Piaget descubrió, trabajando con sus propios hijos, que el límite para el descubrimiento del mundo y el aprendizaje es el lenguaje. Es por eso que aprender otros idiomas te puede dar la llave para una forma completamente distinta de conocer el mundo.
A partir de esta etapa inicial de comunicación parabólica, la escritura comienza a desarrollarse. Usualmente durante los primeros años de educación formal alcanza un desarrollo amplio, permitiendo a las personas conocer más de lo que les rodea, dedicándose a ello a través del estudio de las diferentes materias. Aunque inicialmente es una extensión de la capacidad verbal, pronto la escritura se convierte en una habilidad independiente y fundamental para el pensamiento estructurado y la comunicación compleja.
A medida que crecemos, nuestras habilidades lingüísticas se refinan y expanden. Durante la adolescencia, el lenguaje se enriquece con matices culturales y sociales que reflejan nuestra identidad. Las nuevas ideas surgen mientras más desarrollado está el lenguaje. Además, en esta etapa se consolida la capacidad de pensamiento crítico y abstracto, que se expresa a través del lenguaje escrito y oral.
En la edad adulta, estas habilidades se adaptan a las necesidades específicas del entorno profesional. Desarrollamos y aprendemos términos técnicos, modismos propios de su industria y estilos de comunicación eficaces para diferentes contextos laborales. La capacidad de expresar ideas con claridad y persuadir a otros se convierte en una competencia clave para el éxito profesional.
Si mejoras tu lenguaje, mejoras tu percepción del mundo y tus interacciones humanas
Por alguna razón, a pesar de saber que el manejo del lenguaje verbal y escrito tiene un impacto directo en el desempeño laboral, éste se descuida porque tiende a obviarse. Sin embargo, la primera regla del pensamiento crítico es que NADA ES OBVIO. Por ello, es importante retomar la importancia del lenguaje. Esto repercutirá en la forma que nos desempeñamos y en la generación de ideas, la capacidad de adaptarnos a nuevas culturas, nuevos proyectos o nuevas funciones en la empresa. Mejorar nuestro lenguaje, mejorará nuestras interacciones y, con ello, nuestros resultados por las siguientes razones:
- Claridad en la comunicación: La capacidad de expresar ideas de manera clara y concisa es esencial para evitar malentendidos y garantizar que los proyectos avancen sin contratiempos, sobre todo en la comunicación a distancia.
- Resolución de conflictos: Una comunicación efectiva permite abordar y resolver conflictos de manera profesional, mejorando las relaciones entre colegas y equipos.
- Persuasión y liderazgo: Los líderes exitosos suelen ser aquellos que pueden inspirar a sus equipos y transmitir una visión clara, lo cual depende en gran medida de sus habilidades lingüísticas.
- Elaboración de documentos: Desde correos electrónicos hasta informes técnicos, la escritura es fundamental para documentar y comunicar información de manera profesional.
- Adaptabilidad: En un entorno globalizado, el manejo de diferentes estilos y niveles de comunicación, así como la capacidad de dominar varios idiomas, es cada vez más valorado.
¿Cómo mejorar nuestras habilidades lingüísticas y, con ello, nuestro pensamiento y nuestro desempeño?
El desarrollo lingüístico es un proceso continuo. Algunas estrategias para fortalecer estas competencias incluyen las siguientes:
- Lectura constante. Leer diversos géneros y temas enriquece el vocabulario y mejora la comprensión.
- Práctica de la escritura. Escribir regularmente ayuda a estructurar ideas y mejorar la expresión.
- Retroalimentación. Solicitar opiniones sobre la forma en que nos comunicamos permite identificar áreas de mejora.
- Cursos especializados: Participar en talleres de escritura, oratoria o idiomas puede potenciar significativamente estas habilidades, como los que ofrecemos en nuestra Ágora: Elaboración de informes y reportes, redacción avanzada; Discurso ejecutivo, cursos sobre speech de ventas y Grinding your Character para universitarios, por mencionar algunos.
El manejo del lenguaje verbal y escrito no solo es una herramienta de comunicación, sino también una puerta hacia el crecimiento profesional. Invertir en el desarrollo de estas habilidades desde una edad temprana y continuar refinándolas a lo largo de la vida puede marcar la diferencia entre el éxito y el estancamiento en el ámbito laboral. En un mundo donde las palabras tienen el poder de conectar, inspirar y transformar, dominarlas se convierte en una habilidad indispensable.